Santa Juana de Arco (30 de Mayo)

Historia:


SANTA JUANA DE ARCO (1412-1431) nació en Domrémy, la actual Domrémy-la-Pucelle, en Lorena, Francia; era la época de la llamada Guerra de los Cien Años, en la que Inglaterra intentaba imponer su hegemonía sobre Francia.

El padre de Juana, Jacques Tarc, era un campesino pudiente que llegó a ser alcalde de su pueblo. A los trece años, Juana de Arco confesó haber visto a san Miguel, a santa Catalina y a santa Margarita, y declaró que sus voces la exhortaban a llevar una vida devota y piadosa. Unos años más tarde, se sintió llamada por Dios a una misión que no parecía al alcance de una campesina analfabeta: dirigir el ejército francés, coronar como rey al delfín en Reims y expulsar a los ingleses del país.


En 1429 el “delfín”, o sucesor al trono, Carlos VII, se encontraba en Chinon, mientras que la ciudad de Orléans estaba sitiada por los ingleses; las “voces interiores” le indicaron a Juana de Arco que debía presentarse ante él. En la entrevista le profetizó en el nombre del Cielo la salvación de Francia y su coronación en Reims.

Tras algunas semanas en que los religiosos de la corte sometieron a prueba la veracidad de la “iluminación” de Santa Juana, y acaso más por impotencia y falta de alternativas, Carlos VII finalmente le concede el mando de una pequeña unidad de soldados y la encomienda de liberar Orléans.

Hacia allá se dirige: consigue pasar a través de las tropas inglesas y penetrar a la ciudad, donde exhorta y convence con sus palabras inflamadas a los sitiados. Con renovado ánimo y valentía, los franceses acometen, rompiendo el cerco y expulsando a los ingleses.

Convencido de que era enviada de Dios, Carlos VII le concede el mando del ejército, con el que logran recuperar la mayor parte del territorio que estaba en manos extranjeras. Carlos es coronado en Reims, como ella había predicho, pero temiendo la popularidad que Juana había alcanzado, pacta una tregua con los ingleses.

Acabado su cometido, Juana de Arco dejó de oír sus voces interiores y pidió permiso para volver a casa, pero ante la insistencia de quienes le pedían que se quedara, continuó combatiendo, primero en el infructuoso ataque contra París de septiembre de 1429, y luego en el asedio de Compiègne, donde fue capturada por los borgoñones el 24 de mayo de 1430. 

Los ingleses la acusaron de ser bruja, pues así Carlos VII habría llegado al trono gracias a las demoniacas artes de una “hereje”.

Por ese motivo fue quemada viva en Rouen, a los 19 años de edad.

Cuando los verdugos encendieron la hoguera, Santa Juana pidió a un fraile dominico que mantuviese una cruz a la altura de sus ojos. Murió rezando. Invocaba al Arcángel San Miguel, al cual siempre le había tenido gran devoción e invocando el nombre de Jesús tres veces, entregó su espíritu al Señor. 
La santa no había cumplido todavía los veinte años. Sus cenizas fueron arrojadas al río Sena. Más de uno de los espectadores debió haber hecho eco al comentario amargo de Juan Tressart, uno de los secretarios del rey Enrique "¡Estamos perdidos! ¡Hemos quemado a una santa!"

Veintitrés años después de la muerte de Santa Juana, su madre y dos de sus hermanos pidieron que se examinase nuevamente el caso, y el Papa Calixto III nombró a una comisión encargada de hacerlo. El 7 de julio de 1456, el veredicto de la comisión rehabilitó plenamente a la santa. Más de cuatro siglos y medio después, el 16 de mayo de 1920, Juana de Arco fue solemnemente canonizada por el Papa Benedicto XV.

SANTA JUANA DE ARCO nos enseña que la fe es capaz de transformar a una niña en líder de la liberación de un país.





Oración

Amada y gloriosa Santa Juana de Arco, mi patrona especial, amiga y hermana en Cristo. En este día vengo delante de ti para agradecerte los favores que has obtenido para mi y mi familia y para pedirte tu continua intercesión junto con la Virgen María ante Jesús.

Ayúdame a luchar las batallas que Dios me envía todos los días con el mismo coraje y dedicación que tuviste tu. Aunque mis batallas pueden ser más pequeñas y diferentes a las que tu fuiste llamada, necesito la gracia para rendir mi voluntad a la de Dios todos los días

Así como llevaste una armadura física, ayúdame a ponerme la armadura espiritual a la que San Pablo nos invitaba a llevar y así permanecer siempre en estado de gracia.

Acompañame en mi hora postrera para que pueda entrar en la eternidad con fe en la divina misericordia de Dios sin importar la clase de muerte que me depare su voluntad.

Ayúdame a mantener mi vista en Jesús, en su crucifixión y en María Inmaculada. Obtenme la señal de la gracia que necesito en esa hora con el honor y privilegio de estar cerca de ti en la corte celestial junto con mi familia, San José y todos los santos y ángeles, alrededor de los tronos de Jesús y María por toda la eternidad.

Santa Juana, virgen y mártir, ruega por mí. Amén.



ORACIÓN PARA PEDIR LA PERSEVERANCIA EN LA FE

Ante tus enemigos, ante el hostigamiento, el ridículo y la duda, te mantuviste firme en la fe. Incluso abandonada, sola y sin amigos, te mantuviste firme en la fe. Incluso cuando encaraste tu propia muerte, te mantuviste firme en la fe. Te ruego para que yo sea tan inconmovible en mis creencias como tú lo fuiste, Santa Juana. Ayúdame a ser consciente de lo vale la pena ganar cuando soy constante en perseverar. Te ruego que me acompañes en mis propias batallas. Ayúdame a mantenerme firme en la fe. Ayúdame a confiar en mis habilidades para actuar bien y sabiamente. Amén.

 

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